Los
individuos modernos toman por sentado que se debe comer tres veces al día o
incluso más con snacks entre comidas. Esto no necesariamente responde al
conocimiento científico, especialmente en lo que se refiere a las condiciones
ideales para el funcionamiento del cerebro y evidentemente también en el caso
de personas que padecen de enfermedades como la obesidad. Se trata sobre
todo de una costumbre que favorece el consumo.
En
este sentido resulta ilustrativo conocer el trabajo del Dr. Mark Mattson,
pionero en el estudio de los ayunos intermitentes e investigador de Instituto
Nacional de Salud de Estados Unidos. El Dr. Mattson no sólo ha realizado
importantes estudios que revelan los beneficios de los ayunos intermitentes
para el cerebro y la salud en general sino que él mismo los ha practicado por
varios años con notables resultados.
El
ayuno intermitente es básicamente establecer una dieta en la cual se deje de
consumir alimentos por más de 16 horas con cierta periodicidad. Uno de los
esquemas que se ha implementado es comer solamente en una ventana de tiempo
de 8 horas durante el día, por ejemplo, consumir todos los alimentos de 11
am a 7 pm y ayunar el resto del tiempo. Otra forma es ayunar un día a la
semana.
Esta
dieta está inspirada en lo que ocurre cuando el cuerpo deja de comer por más de
doce horas. Cuando consumimos un alimento, la energía de la comida se almacena
en el hígado como glucógeno. El consumo de esta forma de glucosa tarda cerca de
12 horas y una vez que se agotan las reservas entonces se empiezan a quemar
grasas y se producen cetones (o ketones) los cuales son muy buenos para el
cerebro, ya que proveen una especie de combustible para la formación de
conexiones neurales. El estado en el que el cerebro utiliza los cetones como
combustible es altamente benéfico para personas que padecen epilepsia --los
ayunos eran utilizados para tratar estas enfermedades hace 2,500 años. Además
esto incrementa la producción de mitocondrias en las células nerviosas --lo
cual mejora la cognición-- y promueve la reparación celular.
El
Dr. Mattson explica que el ayuno intermitente funciona similar al ejercicio y
de hecho tienen beneficios parecidos. El ayuno coloca al cerebro en un
estado de estrés moderado equivalente a un evento que lo coloca en un reto,
y por el cual se activan patrones de adaptación al estrés. Este estado de
reto incrementa lo que se conoce como factores neurotróficos o neurotrofinas,
una familia de proteínas que promueven la sinaptogénesis y la neurogénesis, es
decir, mejor las conexiones y ayudan al crecimiento de neuronas. En cierta
forma el ayuno intermitente genera los mismos beneficios que someter al cerebro
a retos como tocar un instrumento musical o aprender un idioma nuevo.
Algunos
estudios con animales han encontrado que cuando se encuentran en un estado de
ayuno su cerebro está más activo probablemente porque se activa un mecanismo de
respuesta que les permite justamente buscar comida cuando no la tienen. Este
comportamiento realizado consistentemente refuerza este estado mental y
mantiene sano el cerebro
Según
el Dr. Mattson los ayunos intermitentes tienen especiales beneficios para
prevenir enfermedades neurodegenerativas pero también ayudan a prevenir la
diabetes y en general sirven para contrarrestar la inflamación y mejorar la
cognición.
Fuente: harmonia